"Sirvo a la belleza dibujando a sus enemigos (caricatura, sátira), decía yo a menudo. Mas esto no es todo. También he de plasmarla directamente con toda mi fuerza de convicción. Meta lejana y sublime. Sumido casi en el sueño osé pisar ya esta senda. Tendré que hacerlo en la vigilia. La senda es quizá más larga que mi vida."



Paul Klee, "Diarios"

sábado, 7 de agosto de 2010

Reflexiones de grandes maestros

El sonido musical tiene acceso directo al alma. Inmediatamente encuentra en ella una resonancia porque el hombre "lleva la música en sí mismo" (Goethe).

La verdadera obra de arte nace misteriosamente del artista por vía mística. Separada de él, adquiere vida propia, se convierte en una personalidad, un sujeto independiente que respira individualmente y que tiene una vida material real. No es pues un fenómeno indiferente y casual que permanece indiferente en el mundo espiritual, sino que posee como todo ente fuerzas activas y creativas. La obra de arte vive y actúa, colabora en la creación de la atmósfera espiritual. Desde este punto de vista interior, únicamente puede discutirse si la obra es buena o mala. Cuando la obra es "mala" o demasiado débil, es que la forma es "mala" para producir vibraciones anímicas puras. Por otro lado, un cuadro no es "bueno" porque sea exacto en sus valores (los valeurs inevitable de los franceses) o porque esté casi dividido en frío y calor, sino porque tiene una vida interior total. El "buen" dibujo es aquel que no puede alterarse en absoluto sin que se destruya su vida interior, independientemente de que el dibujo contradiga a la anatomía, a la botánica o a cualquier otra ciencia.

("De lo espiritual en el arte", Kandinsky).

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